¿Por qué lloras mamá? Me pregunta con una gran sonrisa y unos ojos brillantes que delatan querer una respuesta rápida. Eh! Mamá, ¿por qué lloras?…

Estoy triste, contesto a la vez que esbozo una pequeña sonrisa y la cojo dándole un gran abrazo. Estoy un poco triste hija, pero no pasa nada. ¿Y por qué estás triste mami? Vuelve a preguntar insistente, haciéndome saber, que mi respuesta le parecía insuficiente.

Pues estoy triste porque echo de menos a los yayos, al tío, a mis amiguitas, tengo muchas ganas de ver a todos. Pero sólo me pasa eso cariño, no es nada más…

Ya parece quedarse tranquila, y cogiéndome mi cara con sus pequeñas manos me dice: mamá, no te preocupes, cuando los bichitos pequeños se vayan vamos a ver a los yayos, al tío, a los amiguitos, al cole… no estés triste mamá. Tienes razón cariño, pronto los bichitos se van a ir y ya nos podremos ver todos. Vamos a poner un poco de música y hacemos los deberes de hoy, ¿te parece? – vale mami, pero primero a bailar un poquito ¿vale? Y me sonríe haciendo un guiño que inevitablemente me lleva a darle mi consentimiento.

Al día siguiente sonó mi teléfono, y al descolgar, aparecen en la pantalla cuatro cuadrados, con cuatro caras sonrientes, alegres aunque con ojitos vidriosos y con folios llenos de arcoíris y mensajes de “todo va a salir bien”. Como es de suponer, inevitablemente… ¿mamá, porque lloras? ¡Ay cariño! Lloro de emoción. Me hace mucha ilusión ver a mis amigos, ¡pero estamos contentos! No ves, todos estamos llorando y sonriendo a la vez, no pasa nada.

Y al rato, comienzan los chistes y bailes improvisados mientras suena de fondo un remix de los 90… ¡que buenos momentos!, qué ganas de volver a bailar juntos, a reir, y a brindar. Qué ganas de poder alzar las copas y celebrar que hemos ganado, aunque hayamos perdido mucho por el camino. Nos quedaremos con que hemos aprendido.

Y llega la hora de la cena y no se quiere cenar, solo se quiere jugar. No gusta mamá, no quiero cenar. Esto no gusta. Quiero bailar. No, ahora es momento de cenar, no es momento de jugar ni de bailar. Primero se cena y después se puede jugar , pero primero hay que cenar.

¡¡¡¡Que noooo!!!! Y ese pitido se mete hasta lo más profundo del tímpano y a la vez que anuncian las 11 en canarias en Cadena Dial (suena poquito a poco , de chambao), tengo necesidad de soltar, de sacar. Sí, tengo ganas de llorar. Y aunque sólo son dos lágrimas… mamá, ¿qué pasa? Estoy un poco enfadada. Verás, hay veces que se puede estar enfadada y no chillar, mamá esta enfadada porque no haces caso. Cuando tú pides algo que quieres, mamá te lo deja y ahora tú tienes que hacer caso por favor, tienes que cenar… ¿te sientas a cenar por favor? – sí, mamá. Lo siento. No pasa nada, sólo quiero que entiendas que hay que hacer caso. Por que así mamá está, ¿como está mamá cuando eres obediente?- Contena (sonríe). Y Cuando te portas mal, ¿Cómo esta mamá?- enfadada (baja la cabeza y funce el ceño), y también llora un poquito mami. Yo sonrío. ¿quién dijo que hay cosas que no las pueden enteneder?…

Está a punto de finalizar un día intenso, como lo han sido los 47 días anteriores de confinamiento. Un día en el que las 24h a veces se hacen eternas, parece que los minutos no pasan y te sientes impotente, no eres capaz de llegar a todo como habías planeado. No eres capaz de hacer deberes, a la vez teletrabjar, ahora quiero agua, ahora quiero pis, ahora la canción de luli, ahora el cuento del búho…y no, no llegas. No llegas, como no llega ningún ser humano. Por eso, cuando son las 22h retomas tu trabajo de nuevo, para conseguir organizar, despejar la mente, ordenar, revisar y poder acostarte con la satisfacción , de que mejor o peor, has logrado superar otro día de teletrabajo, confinamiento y una niña de 3 años que requiere tu atención, que te necesita y que quiere que tú te conviertas por momentos en su sombra; qué mires como pinta, como baila, como salta, como canta, como dibuja…

Mira mamá, está es la V (la dibuja en tamaño gigante hasta salirse del folio y  mientras dice; ahora baja, ahora sube. Mira mamá y esta es…. La mmmmm. Ah ¿sí? ¿Qué letra es?- es la em mamá . La em de Mertxe y de mamá!

¡¡Sí!! ¡Exclamo sorprendida! es la M de mamá y de Mertxe! Lo has hecho genial cariño! (aplausos, que le encantan).

Y … sí, me emociono, solo me emociono pero la cojo y la abrazo fuerte! Ay mamá no pretes! Ayyyy si te quiero, madre mía si te quiero -le digo en voz alta mientras sigo achuchandola- pero mami, ¿Ahora porque lloras? ¿Están los bichitos? Me mira con cara de interrogación, cara de no entender… Sabes porque llora mamá, porque te quiere muuuuucho muuuucho! ¿Mucho cuánto mama? – yo te quiero hasta la luna ir y volver y tú, tú cuanto me quieres? Yo te quiero hasta….. pone cara de pensativa y contesta: te quiero hasta el café mamá! Esa contestación que siempre me hace reír e ir a cogerla. Y juntas caemos a la alfombra de las cosquillas, donde damos vueltas sin parar y no paramos de reír.

Juguemos a las emociones, expliquemos a nuestros pequeños que hay que ser positivos y que una actitud positiva siempre nos ayudará a encontrar soluciones y nos evitará ver problemas donde no los hay. Pero enseñemosles que papá y mamá también lloran. Que tienen necesidad de expresar sus sentimientos y sus emociones. Y que son fuertes, pero que las cosas también les duelen, también les molestan, que también sufrimos y nos preocupamos y que aunque muchas veces intentemos no llorar delante de ellos, es algo que existe y está ahí.

Evitalo si quieres, pero tienen que aprender, que a veces se llora de tristeza, pero también existen las lágrimas de alegría.

Mamá, ¿jugamos a las emociones?- No hay un día que no pida jugar a este juego, donde ponemos cara con ceño funcido y nos metemos los dedos para estirar nuestra sonrisa. Donde subimos la nariz para parecer mas feos y nos apoyamos sobre las manitas para parecer niños buenos… Jugamos, pero estamos aprendiendo.

Creo que muchos de vosotros coincidiréis conmigo en que estos días de confinamiento nos están ayudando a descubrirnos a nosotros mismos, y quizás si eres hiper sensible como yo, hayas descubierto que puedes montarte en una montaña rusa varias veces al día, y que tan pronto esas contento y feliz, como te sientes triste y melancólico, añorando eso que tanta falta te hace y que a veces obvias cuando la tienes cerca. La familia, tu hermano, tu papá y tu mamá.

Aprovechemos hoy, en un día tan especial, a demostrar nuestras emociones, a sacarlas de verdad, aunque nos cueste. Estoy segura que con lo vivido estos días y con lo aprendido empezarán a decirse muchos más “te quiero papás”. Yo hace ya algún tiempo que procuro decirlo a menudo, para que lo recuerden y no lo olviden nunca y en un día como hoy siempre me gusta felicitar a los dos: ¡porque el uno no sería sin el otro y sin ellos no sería yo!

No olvidéis guardar bien cerraditos todos los besos y abrazos que nos vamos a dar cuando por fin, podamos vernos y tocarnos. Abrazos que jamás ya volverán a ser iguales. Y sí, date el permiso de llorar.

Mertxe Aisa - Firma

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.