Hace poco me propuse convertirme en una madre más relajada, de esas que no se alteran por (casi) nada y parecen inmunes a la tiranía del reloj.
Estaba cansada de ir corriendo a todas partes, de las prisas mañaneras para llegar al cole, al trabajo, a las extraescolares… Cansada de las duchas exprés antes de cenar y de que muchos domingos parezcan lunes. Además, me preocupaba mutar en esa mujer que arrastra a sus hijos de un lado a otro como si el coche estuviera a punto de transformarse en una calabaza y los niños en ratoncillos.
Tenía que intentarlo por mí, pero tenía otra motivación extra: Regalarle tiempo a mi hija. Tiempo para saltar las baldosas rojas, para ver cómo toman el sol los conejos o, simplemente, para ir del punto A al B sin decirle “venga” cuarenta veces. Lo que quiero es jugar con ella o leer un cuento como si no tuviéramos nada más que hacer en la vida, estar en el parque sin acordarme de la lavadora, por ejemplo.
En este punto debería hacer un inciso para recordar que los días de las madres de hijos únicos sólo tienen veinticuatro horas, así que también vamos como pollo sin cabeza cada dos por tres.
El caso es que, como ella iba a ser la primera persona en beneficiarse de mi “yo relajado”, le conté el plan. Pero la niña, ni corta ni perezosa, se llevó las manos a la cabeza y dijo: “Mamá, ¿estás loca? ¡Llegaremos tarde a todas partes!”
Pues sí, tener una happy mami despreocupada le pareció una idea malísima. Sin embargo, estaba (y estoy) decidida a cambiar el chip, le aseguré que seguiríamos siendo puntuales y le expliqué las ventajas de esa nueva versión de madre… Aunque sé que no conseguí convencerla.
¿A quién no le gustaría disfrutar del ahora sin preocuparse de otras cosas? Y si pensamos en nuestros hijos e hijas, ¿no merece la pena estar presentes de verdad cada minuto que pasamos con ell@s?
Yo creo que sí, porque el tiempo puede ser relativo, pero sus alas son más rápidas que nuestros pies. La infancia volará, y con ella los días de hacer sprints en tacones, así que te invito a que te unas a este propósito de quitar el piloto automático para empezar a vivir conscientemente.
Ya encontraremos un momento para todo lo demás. Y si no, mañana será otro día.