Internet, Big Data, inteligencia artificial, robótica, impresión 3D…¿habéis oído hablar de todo esto? ¿Sí? ¡Bienvenidos entonces a la Revolución 4.0!
Vivimos en un mundo cada vez más globalizado en el que estamos hiperconectados. La mayor parte de nuestras actividades cotidianas están digitalizadas y generamos datos constantemente que las grandes multinacionales utilizan en su propio beneficio. Hace menos de 20 años, tener un teléfono móvil o un ordenador portátil era un capricho de unos pocos. Hoy en día, hasta los niños tienen teléfonos, tablets y ordenadores. Sin darnos cuenta, el futuro se ha instalado entre nosotros y ha venido para quedarse.
Las diferentes revoluciones industriales
La 1ª revolución industrial surgió con la aparición de las primeras máquinas entre 1760 y 1830 y marcó el paso de la producción manual a la mecanizada mientras que, la 2ª revolución, a finales del siglo XIX, se caracterizó por la producción en masa y el trabajo en cadena gracias a la electricidad. En los años 50 del siglo pasado, se produjo la 3ª revolución gracias al desarrollo de la electrónica que permitió una mejora en las tecnologías de la información y la comunicación. En pleno siglo XXI, la 4ª revolución industrial, más conocida como la “Revolución 4.0”, es un hecho. Ésta consiste en la digitalización de los procesos industriales conectando la inteligencia artificial a las máquinas para optimizar los recursos y crear metodologías comerciales más efectivas. Nos dirigimos hacia una hiperconectividad y una globalización de la economía nunca antes conocida y que ya está transformando el modelo económico, social e industrial que conocemos.
Llegados a este punto, seguramente os estaréis preguntando… ¿Qué repercusiones va a tener en la sociedad? ¿Cómo me afecta a mí todo esto?
La Industria 4.0 va a implicar una serie de cambios en los sistemas de producción que, a su vez, va a provocar cambios profundos y constantes en las condiciones de trabajo de los trabajadores así como en la relación entre clientes y proveedores. Esta transformación tecnológica, como toda revolución, va a destruir empleo pero también va a crear nuevos puestos de trabajo que ahora no existen. La revolución en la que estamos inmersos plantea nuevas oportunidades y nuevos desafíos que estamos obligados a afrontar y, para ello debemos ser capaces de innovar y adaptarnos al nuevo medio.
Las carreras STEM
El mercado laboral solicita personas capaces de desenvolverse con soltura en áreas como la ingeniería o la ciencia, que tengan un pensamiento crítico muy desarrollado y que sean capaces de adoptar soluciones creativas a problemas cotidianos. El futuro pasa por las carreras STEM.
STEM es un acrónimo en inglés que se refiere a las áreas de conocimiento en las que suelen trabajar los científicos y los ingenieros: Science, Technology, Engineering, Mathematics (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas). Pero actualmente es algo más que eso: STEM es una nueva tendencia educativa cuyo objetivo es que las nuevas generaciones estén preparadas para la innovación y la investigación. Sin dejar atrás la teoría, estos conocimientos les preparan para resolver problemas reales y enfrentarse a los retos del futuro, con un enfoque mucho más global.
España y las mujeres en la Revolución 4.0
España va a la cola de Europa en lo que se refiere a transformación tecnológica y digitalización de la industria. Según un reciente estudio de Vodafone España: “Solo el 14% de las pequeñas empresas y profesionales afirma tener un plan para su digitalización”. Y el futuro no es muy halagüeño si tenemos en cuenta que, en los últimos 7 años, el número de estudiantes matriculados en carreras STEM ha pasado de representar el 30% del total de estudiantes en 2009 al 26% en 2016. Esta tendencia, junto con el descenso demográfico entre los matriculados, arroja una previsión también alarmante. Y es que, de cara a los próximos ejercicios, los matriculados STEM descenderán a un ritmo anual del 3,3% durante los próximos cinco años, pasando de 69.000 a 57.600 en 2021.
En el caso de las mujeres el desequilibrio es todavía más acusado. A pesar de su acceso en mayor proporción que los hombres a los estudios superiores, lo hacen en un porcentaje más reducido en disciplinas STEM ya que solo un 20% de los estudiantes matriculados en carreras STEM son mujeres.
España tiene que ponerse las pilas y subirse al carro de la transformación digital y tecnológica si quiere crear empleo y ser competitivo a nivel europeo y mundial. Por ello, el gran desafío de este país es incentivar a sus jóvenes estudiantes para que se interesen por las carreras STEM, especialmente las mujeres. No se trata solo de conseguir igualdad entre hombres y mujeres en un sector clave del futuro de nuestra sociedad sino que es una cuestión de números. Si hay más estudiantes universitarias que universitarios (54% vs 46%) y, además, hay más mujeres que hombres que concluyen los estudios de Grado (58% vs 42%), es fácil de comprender por qué, a la Economía del Conocimiento, de la Tecnología, de la Programación y del Big Data le interesa atraer a las niñas que hoy están en la escuela.