¿Cuántas mujeres has visto trabajando en zona de maquinaria de las empresas? ¿Cuántas mujeres has visto como jefas de diferentes empresas? Supongo que la respuesta a estas dos preguntas no variará mucho, pero en cambio, ¿cuántas mujeres has visto trabajando como oficinistas, limpiadoras, azafatas? Quizás tu respuesta cambie ahora.

Actualmente me dedico a la enseñanza, trabajo como profesora de instituto y es sorprendente ver como a medida que pasan los cursos las alumnas dejan de interesarse por las asignaturas tecnológicas. Y muchos nos preguntamos, ¿qué está pasando para que esto ocurra?

Para verlo mejor, vamos a imaginar. Imagina que vives en un lugar que solo existen dos tipos de personas, pelo rojo y pelo azul. Desde siempre, las personas con el pelo rojo se dedican a ser deportistas, atletas en general, esto se debe a que en un principio hubo varios atletas de pelo rojo y así siguió la tradición. En cambio, las personas con pelo azul, se dedican a escribir lo que estos atletas hacen y cómo viven para poder contarlo. En la televisión, en la radio en las vallas publicitarias, en la calle, en casa, todos los días, recibes la información directa o indirecta que las personas con el pelo rojo son atletas y los de pelo azul, escritores.

Ahora imaginad que un niño de pelo rojo, destinado a ser atleta, que vive con esta información en su día a día, quiere ser escritor, porque lo lleva dentro, porque le encanta y/o porque simplemente no le gusta el ejercicio. ¿Qué puede pensar este niño? Que no lo va a conseguir, que no “está hecho” para eso. Imaginad que le dice a sus padres que él quiere ser escritor, y éstos, en vez de apoyarle, por el contrario le dicen que no puede ser, que él no va a ser capaz de hacerlo. Lo normal sería que este niño abandonase y aunque fuera a ser el mejor escritor del mundo, no podría, porque es un niño y hace falta mucha personalidad para ir en contra de toda una sociedad y de tu familia en una edad que todavía estás forjando cómo eres y eres un saco lleno de dudas.

Ahora, aunque parezca exagerado, vamos a pensar que este niño es una niña y que no es un mundo imaginario si no que es este mismo en el que estamos. Una niña que quiere ser, por ejemplo, mecánica, porque le encanta arreglar cosas, disfruta viendo un coche por dentro y no hay otra cosa que le haga igual de feliz. ¿Cuántas mecánicas ve esta niña en su día a día, programas de televisión, anuncios…? ¿Cuántas charlas recibe de mujeres mecánicos en la escuela? ¿Cuántos juguetes tendrá relacionados con la mecánica? ¿Cómo reaccionará su familia ante esta idea? Contestando a estas dos últimas preguntas, si tiene suerte, estupendamente, le animarán y comprarán los juguetes que le gusta, si tiene suerte. ¡Ojo! que lo mismo sucede con los niños.

Si no recibe ningún impulso externo, esta niña no ser va a sentir capaz de hacerlo. ¿Por qué los chicos “suelen” ser mejores en matemáticas que las chicas en edades avanzadas? Por que se sienten capaces, y las niñas no, porque no están recibiendo información día a día de lo que deberían ser y no de lo que podrían ser.

Haced una prueba, coged a dos niños/as cualesquiera y decidles que vais a echar una carrera, decidle a uno que es el mejor, que no habéis visto correr a nadie como él, que tiene unas piernas increíbles y al otro, por el contrario, no le animéis, no le digáis nada, os podría decir quién va a ganar la carrera  (salvando grandes diferencias físicas), aunque “a priori” el primer niño sea más lento que el segundo.

La sociedad actual está marcada por un gran perfil masculino y una separación entre profesiones masculinas y femeninas, es la realidad y es necesario el trabajo de todos y en el día a día (familia, amigos, extraescolares…) para caminar hacia la igualdad y que l@s niñ@s sean lo que quieran ser y no “lo que la sociedad dicta que deben ser”.

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