Vivimos en una cultura adultocéntrica, y las medidas tomadas en este estado de alarma, así lo demuestran. Han tenido que pasar casi dos semanas de confinamiento, para acordarnos de ellos, niños y jóvenes y de lo que para ellos está suponiendo esta situación. Estábamos muy preocupados, por cómo conciliar, cómo teletrabajar, cómo extremar las precauciones… y a ellos les hemos exigido que cumplan con sus obligaciones, y que molesten poco.

Los padres estamos muy preocupados por ellos, pero sí, nos han sorprendido con su gran capacidad de adaptación, capacidad que ningún adulto posee, así lo afirmaba María Montessori. Son unos superhéroes, y así lo están demostrando. El aplauso de hoy va para ell@s.

Está claro que estamos en un estado de alarma, y que lo más aconsejable es quedarse en casa, pero no estamos en un confinamiento total, y sí se permite salir a los adultos por otros motivos, entre ellos, sacar a pasear a las mascotas.

Sociólogos, psicólogos y pedagogos piden que se permitan las salidas de niños como en países como Francia, Bélgica o Suiza. Es un tema controvertido, pero quizá sí es necesario abrir el debate.

Así que hoy toca escucharles a ell@s, niñ@s y adolescentes. Leamos sus reflexiones y reflexionemos.

Estos días sin salir de casa para nada, los estoy llevando bastante bien. Estoy contento porque con mis papás y mi hermano me lo paso muy bien, hacemos muchas cosas, algunas muy divertidas, como por ejemplo: decorar la terraza con globos y banderines con la siguiente palabra de apoyo «¡Ánimo! Todo irá bien»; jugar en el jardín, salir a aplaudir todos los días a las 8…
Pero también estoy un poco triste, porque echo de menos ir al colegio, jugar con mis amigos, ir a mis actividades extraescolares, ir en bici y muchas cosas más; y sobre todo, no ver a mis yayos, tíos y primos que los quiero mucho (los veo a través del móvil pero no es lo mismo).
Así que lo que quiero es que todo el mundo se quede en casa para que el coronavirus desaparezca. Nacho Gil - 7 años
Hola soy Celia y hoy es mi cumple,  hago 10 años y lo celebro en casa por la cuarentena. Hola soy Fabian y tengo casi 8 años, este año hemos preparado los regalos a mi tata de otra manera. Yo le he echo un dibujo muy bonito para ella. Mis padres preparan la tarta y Celia elige el menú de la comida.
Esta noche nuestra perra Kenia, que por cierto hoy es su cumple, nos ha avisado de que nuestra gata Elsa ha tenido 4 gatitos. Nuestros papás este año por la situación que hay han decidido regalarnos un gatito a cada uno y ese será uno de los regalos de Celia.
Nuestra rutina diaria en casa es: Desayunamos, nos lavamos y hacemos los deberes del cole. Descansamos un rato y tenemos recreo, almorzamos y seguimos con deberes. Comemos y ya tenemos la tarde libre para jugar, saltar en la colchoneta, echar un partido de bádminton, unos saltos a la comba, jugar con nuestra perra que solo la puede sacar papá un poquito…. y vemos algo se tv y tambien jugamos a juegos de mesa.
Desde que estamos en cuarentena dormimos los 2 juntos en la misma habitación y nos lo pasamos genial. Jugamos en la cama y leemos un rato. Esperamos que esto pase pronto y podamos ver a nuestros amigos y yayos. Mucho ánimo a todos y recordar YOMEQUEDOENCASA!!!!!!UN BESO A TODOS. Celia y Fabián Izaguerri - 10 y 7 años
El coronavirus en mi lugar sí que me está afectando porque no puedo salir de casa y entonces me aburro un poco y menos mal que puedo jugar con mi hermana, mi madre y mi padre, un poco yo solo en la terraza o en el corral pero me sigo aburriendo.
Yo echo de menos salir a la calle, estar con mis amigos y que mis ti@s , abuel@s y prim@s vengan al pueblo.
La tarea online es un poco rollo porque no te lo explican bien y es un poco lioso los exámenes, deberes… los suelen mandar por classroom y los deberes que hay que hacer en el ordenador solo son presentaciones de google. Los mandan a las 9:00 y las soluciones a las 10:00.Marcos Lázaro - 10 años
El estar casi 1 mes  en casa, pues tampoco es que lo llevemos muy bien porque no podemos salir  y nos aburrimos mucho aunque mi hermano y yo juguemos por las tardes ya no sabemos qué hacer.
Yo echo de menos salir a la calle, estar con mis amigas y la rutina de todos o casi todos fines de semanas que vengan mis tíos, mis abuelos, primas al pueblo…
El cole online el primer día para casi todo el mundo era un agobio pero al final le vas cogiendo el tranquillo y te vas acostumbrando. Algunos profesores son muy estrictos en classroom ya que era la primera vez que usábamos eso y no sabíamos manejarlo. En algunas materias nos mandan los deberes de toda semana pero hay otros que van día a día. Ellos fijan un día a una hora y tienes que mandarle los deberes hechos antes de la hora que nos dicen, también podemos mandárselos antes del día para no dejarnos todo para el final.María Lázaro - 13 años
Soy Andrea Andrés, tengo 16 años y estoy estudiando 4º de la ESO.
Al principio la llegada del COVID-19 no me la tomé para nada enserio, pensaba que la gente se había emparanoiado demasiado, hasta que dejé de ir al instituto y tuve que quedarme encerrada en casa.
Tras unos cuantos días de confinamiento, ya he empezado a acostumbrarme a no salir de casa. No soy una chica a la que le guste mucho estar en casa, prefiero salir con mis amigos a tomar algo o a la peña, cosa que en estos momentos no puedo hacer y al principio la situación era muy agobiante.
En el ámbito escolar, todo es muy diferente. Yo no sigo la misma rutina que seguía de normal. No me gusta madrugar por lo que no lo hago y mis tardes se basan en hacer ejercicios y entregarlos. No hacemos clases online lo que supone un problema a la hora de las dudas. Jamás me hubiera imaginado que alguna vez en la vida hubiera preferido ir al instituto antes que no poder salir de casa.
Echo de menos poder salir a la calle y entablar una conversación que no sea mediante un movil o mediante una videollamada. Necesito achuchar a mis abuelos y volver a ver a mis amigos. Andrea Andrés - 16 años
Hola, soy Alba Gutiérrez, estudiante de 2º bachillerato. Como veis estoy en el curso más afectado por el COVID-19, ya que es un año decisivo para poder seguir construyendo nuestro futuro. La primera vez que escuche hablar del coronavirus me lo tomé a risa – en el buen sentido – , no me hubiera llegado a imaginar nunca que podría haber llegado a todo esto. Los días pasaban y cada vez todo iba aumentando, me empezaba a concienciar de qué esto no era ninguna broma, que todo podía ir a peor y llegar a la situación que se estaba dando en el epicentro de esta epidemia. Los profesores iban concienciándonos de cómo iba a ser la situación, hasta que llegó el día, una noticia que los alumnos de primaria y ESO estaban deseando (como yo lo desearía en su momento), pero para nosotros era la peor noticia que nos podían dar, se nos alteraban todos los planes. Ese día fue de mucho caos con los profesores, dándonos material para esos primeros quince días que ahora no sabemos hasta cuándo va a ser. Sabemos que este periodo no va a jugar en nuestro favor, pero gracias a los profesores está yendo mucho mejor de lo que me esperaba.
El pensar lo que puede pasar con lo que respecta a selectividad y en poder acabar el temario está siendo mi rompecabezas de esta cuarentena, ya que es todo una incógnita. Sinceramente, el llevar todo al día se me está haciendo cuesta arriba, pasas más tiempo en casa, te entretienes con una cosa con otra, llamadas a familiares para entretenerte un rato, que lo que menos te apetece es ponerte a hacer tareas, pero es lo que nos toca, y para poder cumplirlo lo que he hecho es seguir haciendo el horario de instituto, no de forma estricta pero si lo mejor que puedo.
Igualmente, considero que lo primero es la salud y que la decisión de cerrar todos los centros educativos estuvo muy acertada, ya que no sólo jugamos con nuestra salud, si no con la de todos los alumnos del centro.
El día a día de esta cuarentena se está haciendo bastante duro a nivel psicológico porque estamos todo el día en casa, no puedes bajarte a Zaragoza a pasar el día, de compras y lo más importante para mí, pasar a ver a mis abuelos o ir a ver a mis primos pequeños, porque el tener que hablar por el balcón, en el caso de mis abuelos, o por una video llamada con mis primos, es difícil, te das cuenta de lo seria que es la situación. Mis días se basan en hacer las tareas del instituto, ver alguna serie o película con mi familia, además, estamos recuperando antiguos juegos de mesa, algún día me entretengo haciendo algo de repostería, video llamadas con los amigos o con los compañeros  de clase y también estoy aprovechando para hacer algo de deporte. Lo que sí o sí hago todos días es salir a aplaudir a las ocho, es algo muy gratificante, aunque con ello no podamos cambiar la situación.
De lo que más ganas tengo de hacer cuando acabe todo esto es del café con mis amigas, la tarde de cañas, una buena cena y de una buena fiesta.
La verdad es que llevamos solo una semana y ya se me está haciendo difícil, con que cuando llevemos un mes, no me lo quiero ni imaginar, pero bueno, es la situación que nos ha tocado vivir y hay que afrontarla lo mejor que se puede para que después todo vuelva a la normalidad. Alba Gutiérrez - 17 años
Me llamo Irene Ibáñez, tengo 18 años y soy estudiante de Marketing.
A mí, al igual que a todos, la situación en la que nos encontramos ahora mismo debido al covid-19 me ha pillado totalmente por sorpresa. Tras 10 días de confinamiento, tanto mis profesores de carrera como yo, continuamos adaptándonos a las circunstancias y terminando de aprender a utilizar los medios que han elegido para poder continuar con las clases de la manera más normal posible.
Mi rutina académica es bastante similar a la de antes; sigo teniendo clase (ahora online) por las mañanas en el mismo horario que antes, tengo que entregar casos prácticos, tareas y trabajos mientras continúo estudiando para los exámenes que nos aguardarán a la vuelta (porque de momento todos confiamos en que habrá vuelta a clase). Pero he de confesar que las clases así no son tan llevaderas y tanto nosotros como los docentes echamos de menos el contacto y la comunicación directa que antes podíamos mantener en las aulas y ahora resulta más fría en el ámbito virtual.
La vida social es lo que echo muchísimo de menos; encontrarme con mis amigos de clase todas las mañanas, ir al gimnasio por las tardes y poder desconectar, quedar a tomar cafés que terminan en cerveza y salir de fiesta o ir a cenar el finde. Últimamente, la frase que más se ha repetido en mi cabeza es que “a veces necesitamos sentir que perdemos algo para valorarlo” y cada día que paso en casa estoy más segura de ello y de que son los pequeños detalles de nuestro día a día, las personas a las que vemos y esas cosas que llegamos a considerar insignificantes, lo que realmente nos hace felices. Irene Ibáñez - 18 años
Dos semanas de vacaciones, ¡genial! Me libro del examen de Genética de la semana que viene, ¡perfecto!. Tiempo suficiente para ponerme al día, es justo lo que necesito.
En primera instancia así vimos la cuarentena en mi entorno. Una oportunidad para no tener que madrugar, para tomarnos unas “segundas vacaciones de navidad”, ya que las nuestras se vieron truncadas por los exámenes de enero, para intentar retomar el ritmo de las clases y ponernos al día, algo utópico para cualquier estudiante.
Desde la dirección de la universidad nos mandaron correos pidiendo tranquilidad y asegurando una docencia telemática lo más efectiva posible. En mi caso, la mayoría de profesores se están volcando en corregir y completar apuntes de años pasados, están subiendo clases a You Tube o haciendo videollamadas. Esto me permite decir que soy una “afortunada”, ya que esta situación no es común entre todos los universitarios. Muchos de mis compañeros de otros cursos se han tenido que conformar con un correo de: “aquí tienes los Power Point de clase y si tienes dudas mándame un correo” o todavía esperan alguna señal del profesor encargado de la asignatura.
Se nos está pidiendo que realicemos un trabajo extra para suplir las clases, a veces con ayuda de los docentes y muchas otras a partir de nuestros propios medios. Se nos bombardea a trabajos y se espera que sigamos estudiando para los exámenes finales. Se nos está exigiendo un esfuerzo enorme sin garantías de mantenimiento de la fecha de los exámenes o de si los profesores van a ser consecuentes con la situación a la hora de evaluarnos. En definitiva, se nos pide que trabajemos a ciegas.
Esto no acaba aquí, nuestra disponibilidad tiene que ser total, debemos estar pendientes de correos que pueden llegar a cualquier hora, sin tener en cuenta el resto de nuestras ocupaciones.
Desde el gobierno, las comunidades autónomas o la comunidad educativa se están empezando a proponer ideas y soluciones a la situación actual del curso académico en varios niveles educativos, pero todo lo que nosotros recibimos son correos pidiendo compresión y calma, correos que ya no sirven. La situación en la que vivimos nos hace imposible encontrar la concentración necesaria para estudiar y consecuentemente eleva nuestro nivel de agobio al ver que no estamos cumpliendo con nuestros objetivos.
En definitiva, lo que empezó con una oportunidad para “ponernos al día” se está convirtiendo en un autoaprendizaje difícil de manejar en el que las 24 horas del día no son suficientes. Celia Cabañero - 19 años


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