En estos días escuchamos hablar de Rusia constantemente en los medios de comunicación. Vladimir Putin acaba de ganar unas nuevas elecciones, tres cuartas partes de la población votó al presidente, que cuando acabe esta legislatura en 2024 habrá sumado 25 años en el poder. Aprovechando esta coyuntura me he animado a hablaros de una mujer que sufrió en primera persona la represión del Gobierno ruso al tratar de hacer su trabajo en este país y que pagó un precio muy alto por ello.

Su nombre es Anna Politkovskaya y fue una periodista rusa que murió en octubre de 2006 y que se hizo conocida haciendo reportajes sobre Chechenia, donde muchos periodistas y trabajadores humanitarios habían sido asesinados. Os invito a leer sus escritos en el libro ‘Anna Politkovskaya: sólo la verdad. Antología fundamental’, publicado en 2011. El libro es una colección de artículos que suponen un interesante testimonio acerca del lado oscuro de una de las grandes potencias mundiales, escrito por alguien a quien su amor por contar la verdad le costó la vida. Destaca especialmente uno de los artículos, que fue encontrado en el ordenador de la periodista poco después de su muerte, es de suponer que fue escrito unos días antes de su asesinato.

Anna Politkovskaya, reportera e investigadora de Novaya Gazeta, se convirtió en símbolo de la resistencia al autoritarismo de Putin. Fue asesinada de un disparo en la cabeza cuando entraba en el ascensor de su casa el 7 de octubre de 2006. El crimen está todavía impune. Es posible que el asesino tuviera dos objetivos: silenciar una voz muy crítica con el régimen que, cada vez tenía más repercusión dentro y fuera de Rusia, y que sirviera de aviso para otros periodistas rusos que se atrevían a desafiar al poder.

En sus escritos, la periodista denuncia directamente a Putin de coartar la libertad de pensamiento y de someter a periodistas y presentadores a su voluntad. Se queja de no poder ofrecer una información imparcial y de tener que actuar como lacayos de la administración presidencial. Lamenta que la profesión de periodista esté dominada por un ambiente de ‘anquilosamiento intelectual’.

Politkovskaya se atrevió a hablar acerca de la pirámide de poder construida por el presidente Putin, basada en un sistema de favores a los afines al Kremlin y de exclusión de los críticos, con el agravante de que la mayoría de sus colegas, los periodistas rusos, habían optado por adscribirse al primer grupo. Dada la suerte que pueden correr los periodistas incómodos no es sorprendente pero, cuando los medios de comunicación se pliegan al poder, desaparece uno de los pilares de la libertad.

Sin embargo, el objetivo de los asesinos de silenciar a Politkovskaya fue un fracaso y ello ha quedado en evidencia a lo largo de los años. Después de su muerte, la periodista se ha convertido en un mito, en una referencia obligada a la hora de explicar la situación en Rusia. Sus artículos han sido recopilados y publicados en muchos países en los últimos años. El libro que he mencionado al principio sigue suscitando el interés de millones de lectores en todo el mundo. Sus artículos y reportajes de investigación sobre el conflicto de Chechenia y del Cáucaso Norte en general, origen del ascenso de Putin al poder y germen de muchos males que aún afligen a Rusia, han permitido la denuncia pública e internacional de una situación que sigue enquistada.

Anna Politkovskaya se hacía la siguiente pregunta: ¿Y qué les ocurre a los periodistas que no quieren participar en el gran circo? En su caso la respuesta no tardó en llegar: terminó con un tiro en la cabeza.

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