De todos los síntomas que tiene la fibromialgia,  y son muchos, los que más incapacitan son el dolor y el  agotamiento. El dolor es generalizado.  Duelen todas las articulaciones y músculos de mi cuerpo, a veces de pocos en pocos y a veces todos a la vez, aunque suele ir cambiando a lo largo del día; yo lo comparo con una ruleta que gira y … me toca dolor de caderas y al cabo de unos minutos vuelve a girar y me toca dolor en las manos y muñecas; a este dolor articular hay que sumarle el dolor muscular.  La sensación es como si tuviera gripe, me duelen los músculos de todo mi cuerpo y no me puedo ni  tocar. Hasta aquí os cuento que esto es un día cualquiera de mi vida… hasta que llega un “brote” que puede durar horas o muchos días.  Imaginaos,  en ocasiones el dolor  se multiplica hasta por 10.

Y diréis…. ¡¡¡Pues analgésicos y ya está!!!  Pues no, y es muy difícil asimilar que no existe un tratamiento efectivo que elimine el dolor y el agotamiento y que éstos van a ser compañeros de por vida. Los médicos dicen que esta enfermedad tiene un alto componente psicológico y por eso el único tratamiento que me dan es antidepresivos (que tienen muchos más efectos secundarios que beneficios) y analgésicos para intentar aliviar el dolor, pero el alivio es prácticamente nulo… y eso que he probado casi todos. Sólo me falta probar las morfinas y opiáceos, pero los médicos insisten en que por mi edad (dicen que soy joven) debo intentar aguantar sin probarlos. MUY IMPORTANTE NO AUTOMEDICARSE,  aunque a veces la desesperación por aliviar el dolor nos lleve a probar cosas sin la aprobación del especialista.

Llevo ocho años conviviendo con la fibromialgia y en este tiempo, he aprendido a lidiar y a compartir escenario a diario con ella.  Esta enfermedad me ha enseñado  a aceptar el dolor y a reconocerlo y con ello sé  darme cuenta de  lo que lo empeora y lo que lo mejora; por ello he tenido que ser capaz de examinar mis obligaciones diarias y valorar cuales son las estrictamente necesarias.  Es lo que yo llamo  “vivir en modo avión” (como los móviles)  estoy disponible para las cosas necesarias, y  desactivada para  las que puedo dejar para mañana.

Paradójicamente, para combatir el dolor y cansancio de la fibromialgia uno de los mejores tratamientos es mantenerse activo. Yo he elegido caminar, porque es un ejercicio que puedo realizar casi a diario, yo impongo el ritmo y la duración lo que me permite saber cuándo debo parar para no empeorar por un exceso de actividad. Aunque a veces, cualquier situación cotidiana, puede desembocar en un brote: esperar de pie más rato del debido, tener una situación de estrés etc…

Desde que padezco fibromialgia la constancia ha adquirido un nuevo significado en mi vida; la paciencia es una virtud importante para cualquier persona pero para los afectados por esta enfermedad todavía más, porque puede llevar incluso años conocer cómo esta enfermedad puede afectar a tu cuerpo.

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